La tierra plana, un movimiento que confirma el poder de las redes sociales
¿Cómo pueden millones de personas, creciendo en número cada día, creer que la tierra es plana? Gran parte de la respuesta está en las redes sociales.
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La tierra plana, un movimiento que confirma el poder de las redes sociales

¿Ver es creer? ¿Deberíamos solo creer como cierto lo que vemos o tocamos? La respuesta a estas preguntas no es fácil y en torno a ellas ha revivido en los últimos años una teoría que parecía olvidado desde los tiempos del descubrimiento de América por Occidente: la tierra plana. Por exótica que parezca esta hipótesis, sus implicaciones son más complejas de lo que parece en un primer momento. Al menos eso pienso después de indagar un poco sobre el tema.

En las últimas semanas, seguramente hayáis escuchado, leído o visto algo sobre el documental que lanzó recientemente la plataforma Netflix, que retrata este movimiento y lo pone en contraste con la versión de científicos, periodistas y otros expertos.

En el documental conocemos a las principales estrellas mediáticas del movimiento, Mark Sargent y Patricia Steere, entre otros que quieren disputarles el protagonismo. Y es que, si de algo va esta nueva tendencia es de acaparar protagonismo en redes sociales y en los medios de comunicación. Mi teoría es que ahí reside su fuerza. Y ahí está su origen.

El propio Sargent cuenta que descubrió esta teoría en vídeos de YouTube, un canal donde actualmente tiene más de 77.000 suscriptores. Y a través de Internet también conoció a Steere y otras autoridades en esta comunidad.

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Reforzar el sentimiento de comunidad

En redes sociales como Facebook hay grupos públicos que debaten, según ellos de manera científica, sobre la tierra plana. El más popular supera los 120.000 miembros, el doble desde que se emitió el documental de Netflix. Un repaso a sus publicaciones nos dejará con ganas de ciencia: solo imágenes al estilo memes, burlas de noticias científicas de medios de comunicación o de organizaciones como la NASA, etc.

Mark Sargent lo dice abiertamente: la gente, cuando se hace terraplanista, ya solo quiere quedar y socializar con terraplanistas

Estos grupos recuerdan a otros muchos creados en Facebook sobre diferentes temas, por ejemplo, grupos de partidos políticos. En ellos, personas de afinidades ideológicas buscan reforzar el sentimiento de pertenencia a una comunidad más que pararse a pensar si lo que dicen o argumentan tiene algún sentido racional o científico. Con los partidos políticos se puede esperar, porque no se les pide objetividad empírica, pero con supuestos grupos de estudio, como el antes descrito, es preocupante.

En un momento del documental, Sargent lo dice abiertamente: la gente, cuando se hace terraplanista, ya solo quiere quedar y socializar con terraplanistas. Parece un absurdo, pero es un fenómeno que sucede continuamente en las redes y que está creando cierta polarización en torno a debates públicos e incluso en la sociedad.

Polarización al calor de los algoritmos

Los propios algoritmos que gobiernan las redes sociales (EdgeRank en el caso de Facebook) son los responsables de que los usuarios vean un determinado contenido y no otro. En concreto, sugieren o muestran contenido afín a los intereses de los usuarios. ¿Pero en qué se materializa esa afinidad? Se basa en las interacciones que se realizaron previamente, es decir, que si solo le das me gusta a contenidos de determinadas páginas, el algoritmo interpretará que estás interesado en temáticas similares. Y eso es un círculo vicioso peligroso, pues no te ofrece perspectivas diferentes a las que consultas habitualmente. Para conocer otras visiones, solo queda engañar de forma manual al algoritmo.

Es posible que los terraplanistas necesiten reforzar ese sentimiento de comunidad porque saben que fuera de sus grupos solo contarán con el descrédito y la indiferencia. Su poder de convicción está en los miles de fans, miembros o visitas a sus webs y vídeos. Es una forma de decir que las audiencias masivas justifican una teoría concreta, aunque ello se contradiga con su afirmación de que todos los que creen lo contrario (la inmensa mayoría de la humanidad) se equivocan.

Millones de adeptos nuevos

De momento, no parece que les vaya mal. Sargent asegura que, en 2015, cuando empezó a interesarse en la tierra plana, apenas había 50.000 vídeos en YouTube. Actualmente son 20 millones, 4.000 veces más. Los datos de Google Trends a nivel global sobre la teoría de tierra plana confirman esa tendencia alcista: el interés se multiplica por diez en los últimos cinco años. En Internet, los buscadores más usados como Google registran más de 310 millones de resultados de búsqueda sobre este tema en inglés y más de 30 millones en español.

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En España y en los países hispanohablantes el interés sobre la teoría de la tierra plana también se ha multiplicado por diez en ese periodo de tiempo, con picos de hasta cien veces más. Uno de esos picos se produjo en noviembre de 2017, momento en el que tuvo lugar la primer Conferencia Internacional de la Tierra Plana, en Raleigh (EE. UU.).

La cadena CBS no se anda con rodeos en una entrevista a Patricia Steere: la tierra plana es un movimiento que se crea en torno a YouTube

Pero también se han producido picos cuando celebridades con gran proyección pública han apoyado esta teoría, entre ellos numerosos deportistas, como el jugador de baloncesto Kyrie Irving. Una vez más, su poder reside en amplificar el mensaje en medios y plataformas social media, sin aportar ninguna evidencia científica que respalde sus argumentos.

La cadena televisiva CBS, una de las de mayor audiencia de Estados Unidos, afirma claramente, en una entrevista realizada a Patricia Steere en julio de 2018, que el movimiento de la tierra plana se mueve sobre todo en el entorno de YouTube, es decir, de las redes sociales.

 

De hecho, los mayores aumentos de interés se deben a la ingente cantidad de vídeos que se suben sobre el tema a YouTube y al documental recientemente estrenado por Netflix. Sobre todo, la gente busca pruebas de que la tierra es plana, es una de sus mayores inquietudes sobre el tema, lo cual es lógico. Toda la vida creyendo que era esférica y ahora resulta que nuestro planeta puede ser una suerte de tablero de algún juego de mesa con una bóveda parecida a la que protege a las tartas en la pastelería.

Teorías conspirativas y falsa superioridad intelectual

Quienes creen esto padecen, según algunos expertos, el efecto de Dunning-Kruger, que explica que algunas personas con escasos conocimientos o habilidades consideren que son superiores a otras personas más inteligentes o con mayor preparación. En las redes sociales, esa actitud de superioridad es una de las constantes de sus publicaciones. Pero este sesgo cognitivo no solo es exclusivo de los tierraplanistas, sino de muchos usuarios de plataformas sociales (Twitter es un claro ejemplo de trolls y haters que critican por criticar) y, especialmente, de aquellos que creen en las teorías conspirativas, como las creadas en torno a los atentados del 11-S, la muerte de Elvis o el ocultamiento de extraterrestres.

Una de las más famosas y que cuenta con millones de creyentes es la que rechaza que la humanidad pisara alguna vez la Luna. Una de las últimas polémicas fue la protagonizada por el famoso portero de fútbol español Iker Casillas.

Twitter se volcó para decirle que estaba equivocado e incluso para reírse de él a través de innumerables memes. Hasta el ministro de Ciencia español, el astronauta Pedro Duque, no pudo contenerse: «los hechos no cambian opine la gente lo que opine», aseguró. Pero no hay nada como un buen hilo de Twitter del divulgador científico para saber por qué el debate abierto por Casillas era inútil. Aquellos que aún tengáis dudas, os invito a leerlo, no tiene desperdicio:

Cuestionamiento frente a fe ciega

Una vez más, las redes sociales son el altavoz perfecto para diseminar dudas que personas de ciencia tardaron décadas y siglos en disipar con su duro trabajo, en muchas ocasiones dedicando una vida entera y la vida misma, como le sucedió a Hipatia de Alejandría. Este pequeño fragmento de menos de dos minutos muestra cómo la duda sobre el progreso científico no es algo nuevo.

 

La clave de la ciencia consiste en cuestionarse todo lo conocido, aunque ello suponga reconocer errores de tamaño mayúsculo. Pero la creencia ciega en una teoría que no cuenta con pruebas empíricas (las mismas que buscan los tierraplanistas en Internet) cuenta ahora con aliados muy poderosos y rápidos, como Facebook o Twitter.

La tierra plana busca lo mismo que la religión: un poco de fe. Además del ego necesario para navegar viento en popa a toda vela contra todo pronóstico. La dopamina disparada por los seguidores y los likes en redes es un combustible necesario para el movimiento y no hay más que constatar la obsesión de sus protagonistas por acaparar la atención.

“El peor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, es la ilusión del conocimiento” (Stephen Hawking)

Reconozco que durante el visionado del documental sentí cierto pavor porque llegué incluso a aplicar el razonamiento científico para valorar lo que defienden los tierraplanistas: ¿y si lo que aseguran es cierto? ¿Y si lo que no he podido comprobar por mí mismo no existe y es todo un invento de una élite global?

Para mí fue inevitable cuestionar mis creencias, porque es cierto que, al igual que los que creen en una tierra plana, no puedo demostrar con hechos que vivimos en una esfera, al menos yo no puedo con mis recursos y mi conocimiento. Pero mi carencia de datos o experiencia no justifica la desconfianza en la comunidad científica. Y menos en profesionales que dedican tiempo y esfuerzo en hacernos comprender mejor el mundo y el Universo en el que vivimos. Personas que no buscan el estímulo inmediato de un like, una visita o una entrevista en horario de máxima audiencia. Como decía Stephen Hawking, “el peor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, es la ilusión del conocimiento”.

 

 

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