
04 Dic Luna nueva, Luna llena, ¿por qué crece y decrece nuestro satélite?
Está siempre ahí, aunque no la veamos. La Luna es nuestro satélite natural y nuestra compañera incansable, aunque cada año se aleje de nosotros unos cuatro centímetros (no muchos si tenemos en cuenta que se encuentra a una distancia media de 384.000 kms). Aparte del Sol, ¿qué objeto del cielo hay más cotidiano y familiar que la Luna? Pues ninguno.
Podríamos fijarnos en muchos detalles sobre nuestro satélite, pero en este artículo toca hablar de las fases lunares. ¿Por qué hay noches en las que no se ve la Luna y otras en las que hay Luna llena? Antes de nada, debo aclarar que la Luna no tiene luz propia, sino que lo que vemos es el reflejo de la luz solar en una de sus caras, concretamente la cara visible que siempre se observa desde la Tierra, ya que hay otra, la oculta que, como su nombre indica, no se puede ver desde nuestro planeta.
La cara visible de la Luna
Esto se debe al hecho de que la velocidad de rotación (una vuelta sobre sí misma) de nuestro satélite es casi 30 veces inferior a la de la Tierra, lo que provoca que tarde tanto en realizar un giro completo sobre nosotros como sobre sí misma. De ahí que solo veamos una cara.
Ahora bien, ¿por qué no siempre la vemos completa? Aquí es donde entran las fases lunares. Ese aparente (y fascinante) cambio de forma se debe a las variaciones que se producen en la iluminación que el satélite recibe del Sol.
Las fases lunares
Este fenómeno comienza con la Luna nueva, momento en el que el satélite, visto desde la Tierra, está en la misma dirección que el Sol, por lo que resulta invisible al no ver ninguna luz reflejada en él. Pero la Luna continúa con su órbita alrededor de nuestro planeta y pasamos a la fase de creciente cóncava, en la que ya empezamos a ver para de su cara iluminada, como se puede ver en el siguiente gráfico.
En el cuarto creciente , en el que la Luna está a 90º del Sol, vemos justo la mitad de la cara iluminada (de ahí que sea cuarto). Y seguimos hasta la creciente convexa y la tan esperada Luna llena. Aquí Sol y Luna están en direcciones opuestas y podemos observar totalmente la cara diurna del satélite. A partir de aquí, las fases se invierten hasta volver al punto de partida, la Luna nueva.
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